Sobre Retratos de Familia (B): reflejo de “otra” familia
En Carrillo, uno de los símbolos creativo/críticos que he encontrado, explícita o implícitamente, ha sido la familia. En las performances políticas sobre desigualdades y discriminación, en los trabajos con los temas de niñez, en las preguntas críticas sobre la identidad de una nación podemos entretejer una vinculación social “micro” que se conforma en la constitución “Familia”. Sabemos que en la construcción de lo familiar se desarrollan relaciones y decisiones respecto a de qué manera pensamos y actuamos en y hacia la vinculación o desvinculación del Otro; a las comunicaciones más pasivas o activas en la constitución misma de la niñez; a la formación ficticia de los estados naciones, etc.
Formalmente es importante destacar el constante uso del grabado, donde la conceptualización chilena vinculada a los desplazamientos del mismo podría ser parte de los ejercicios performativos que Carrillo necesita sustentar y volver. El sustento y regreso formal son conceptos indiscutibles de la reflexión hacia lo hogar, y, por lo tanto, hacia la pregunta sobre lo familiar, ya sea de nostalgia, como de renovación activa en torno a la constitución misma del hecho Familia como importancia vivencial.
Ahora bien, hay un agregado representacional que, necesariamente, es forzado, el cual refiere a parte del título de la exposición: el “Retrato”. Esta consideración nos remite a tres períodos generales: lo pictórico, fotográfico y digital, los cuales son vinculatorios a las relaciones desplazadas del trabajo de Carrillo: el proceso fuera del taller tradicional del grabado, donde la experimentalidad es parte de lo pictórico; los constates registros de acciones son intrínsecos al trabajo, y el uso Qr que, gráficamente, tienen sus propiedades visuales y a la vez oculta y desoculta en las transducciones técnicas un ejercicio no visibilizado en la sala, sino en el aparato que se hace dispositivo en el proceder experiencial. Estos tres procederes “históricos” son parte de la concepción del retrato: pintado, fotografiado y digitalizado.
Temáticamente, lo familiar es la intimidad cada vez más develada, social y culturalmente, que nos invita a reflexionar el acontecer socio político, donde la transformación se evidencia en lo íntimo/público, que es parte de las relaciones simbólicas de aceptación y discriminación. El alejamiento y reconciliación, en lo familiar, es análogo a los procesos socioculturales; uno es intrínseco al otro.
Cerrando: la relación del grabado es la huella, en este caso imborrable, de una nación ficticia que ha generado traumas a generaciones pasadas y por venir. Las formas de proceder plástico/políticas de la impresión del grabado en la constitución familiar, en este caso, es el desplazarse hacia relaciones con la alteridad; a las relaciones con el Otro en la simple y compleja identificación del reflejo representacional de cualquier núcleo familiar chileno, evidenciando las dicotomías de individualidad creativa en la educación, o la conminación de Carrillo a elevar estas relaciones en la identificación directa con las diferentes familiaridades existentes que forman parte de las realidades de sujetos que se alejan, o son parte de otros sujetos.